8 de mayo de 2011

PARQUE DE ESCULTURAS ABANDONADO


EL PAIS digital 
EDITORIAL

Un parque abandonado
Afines de 1996 se creó el Parque de Esculturas en los jardines anexos al Edificio Libertad, que era entonces la sede del Poder Ejecutivo. Se convocó para ello a los mayores escultores vivos del país y se agregó a esa lista algunas obras de grandes figuras contemporáneas desaparecidas. En cada caso se escogió un sitio apropiado por su marco paisajístico para el estilo de cada pieza y así fue implantada una decena de esculturas, varias de ellas de formato monumental, lográndose un conjunto cuya riqueza derivaba no sólo del interés de los trabajos seleccionados o de la variedad de materiales empleados en ellos (hierro, mármol, cemento, madera, piedra, ladrillo) sino también de la multiplicidad de tendencias expresivas que estaban representadas allí y de la trayectoria de sus autores.
Con el paso del tiempo fueron añadiéndose nuevas obras, a medida que algunos escultores alcanzaban un prestigio internacional, en una etapa donde el parque mantenía la espléndida iluminación diseñada por especialistas, que aparte de los focos en torno a las obras, incluía el notable rayo de luz azul que surgía del parque, pasaba entre los brazos del enorme diapasón que se levanta en la plazoleta cercana y se proyectaba hacia el espacio. A esa altura el parque disponía de la protección de una vigilancia que abarcaba las 24 horas del día.
Pero el Uruguay no se caracteriza por el celoso mantenimiento de sus sitios de interés artístico. Al ocasional maltrato y saqueo que han sufrido algunos de esos lugares (fuente de la Plaza Matriz, monumento a La Carreta) se suman las obras de un encuentro de escultura al aire libre celebrado en los años 60 en el Parque Roosevelt, que fueron dañadas o rapiñadas hasta que la ruina resultante desembocó finalmente en la desaparición. Esos no son hechos aislados, porque suceden en un país cuya capital tampoco ha sabido conservar sus edificios de valor patrimonial, privilegiando el espíritu de lucro por encima de la belleza o el interés histórico, para facilitar unas cuantas demoliciones imperdonables.
Ante semejante panorama, el Parque de Esculturas continuó la tradición en materia de negligencia cultural. Fue cayendo gradualmente en el descuido, perdió la vigilancia que tenía y de esa manera quedó abierto a la depredación. Como consecuencia del abandono se destrozaron algunas obras, el vandalismo destruyó los focos que las iluminaban, desapareció el rayo azul y fueron robadas las plaquetas de bronce que anunciaban el título de cada escultura y el nombre de su autor. El resultado -a solo 15 años de la inauguración- es hoy un paisaje desolador (y por la noche intransitable) agravado por la extravagante mudanza del Poder Ejecutivo a la Plaza Independencia de la que había salido poco antes y a la que volvió por razones bastante antojadizas.
Ahora que enfrente del Parque de Esculturas han comenzado los trabajos del gran shopping center que se alzará en el lugar, parece haber llegado el momento de que alguien tome a su cargo la recuperación y el mantenimiento de ese espacio poblado por maestros del arte nacional. Es cierto que en el parque se han cumplido algunos pequeños esfuerzos de retoque de ciertas obras, pero lo que se necesita no es eso sino un proyecto cabal, de modo que cuando el centro comercial empiece a funcionar, no tenga delante de sus ojos un cuadro deprimente como el que ofrece en este momento ese jardín abandonado.
Deberán recuperarse todos los esmeros de alumbrado que hubo allí, deberá procederse a la restauración de piezas que están quebradas, maltrechas por la intemperie, caídas o sucias. Deberá reponerse la cartelería de nombres y fechas, deberá cuidarse un entorno vegetal igualmente deslucido, que merecería el auxilio de un paisajista apto para devolverle su mejor semblante. Acaso la iniciativa privada -embarcada en una gran inversión a dos pasos del parque- quiera tomar a su cargo esa tarea, que sería en beneficio del proyecto que ha emprendido, demostrando saber cumplir con lo que el Estado no ha sido capaz de hacer.



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