17 de agosto de 2011

Adiós al ceramista Josep Collell, un maestro de su arte


JORGE ABBONDANZA

El artista catalán Josep Collell, que había nacido en la localidad de
Vic en 1920, murió hace unos días en Montevideo, ciudad donde había
vivido, creado y enseñado durante la mayor parte de su larga vida.

Un profundo vínculo con el Taller Torres García dejó su marca en la
cerámica de ese maestro, que trabajaba con notable sensibilidad en
decoraciones de superficie resueltas con engobes de colores finamente
combinados y que desplegaba allí la pureza de su oficio. Pero la
dimensión de Collell sólo puede apreciarse si se lo conoció
personalmente, porque era un individuo severo y reservado cuya
simpatía emanaba poco a poco, con la discreción que corría
paralelamente a la cuidadosa belleza de sus obras.

Vivió en el Uruguay desde 1950, escapando de los pesares de la guerra
española y de la dictadura franquista. Su relación montevideana con
colegas torresgarcianos como Fonseca, Alpouy y Guillermo Fernández, lo
volcó al trabajo en arcilla y a su extensa experimentación en esa
materia, manteniéndose fiel a la disciplina interna del Taller, que
era bastante rígida en la época. En 1964, cuando se lo invitó a
participar de la primera exposición colectiva de cerámica que
encaraban algunos coetáneos, Collell pidió autorización a la gente del
Taller Torres García antes de aceptar esa invitación.

Pero además aplicó buena parte de su devoción expresiva y sus energías
artesanales a la enseñanza, convirtiéndose en uno de los grandes
maestros de cerámica que ha tenido el medio local, a la cabeza de un
taller donde se formó mucha gente y en el que durante largos años
intervino como docente Carmen, su mujer.

En una etapa de madurez, Collell se inclinó por la pintura,
prolongando en esa tarea su apego por los lenguajes artísticos. Para
el público de hoy no es fácil tener idea sobre el legado de este
artista, ante todo en el área de la cerámica, porque Montevideo carece
de un museo de artes aplicadas contemporáneas que podría testimoniar
el auge que durante varias décadas (las que van desde los años 50 a
los 80) tuvieron aquí los textiles, la orfebrería, el vidrio, los
trabajos en madera y desde luego la cerámica.

De cualquier manera, en este momento -y ante la desaparición de
Collell- corresponde que la gente preocupada por los procesos
culturales tome nota de esa omisión y retenga el nombre de este
catalán hondamente uruguayo.

EL PAIS DIGITAL, elpais.com.uy

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